¿Qué es el núcleo interno de la Tierra?

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El núcleo interno de la Tierra es el lugar más inaccesible de nuestro planeta, con unas condiciones que son extremas: su temperatura puede superar la de la superficie del Sol. Es una bola sólida de hierro y níquel que rota, al igual que el resto de las capas terrestres. ¿Se paró este en seco? La respuesta es no.

En todo caso decreció su velocidad y está «descompensado» con la velocidad de giro del resto del planeta -mínimamente-.

Así al menos lo dice un reciente artículo publicado en la revista Nature Geoscience liderado por Xiaodong Song y Yi Yang, de la Universidad de Pekín. Si bien en ese estudio los científicos hablan de un «parón reciente» y de que la rotación del núcleo podría estar «invirtiéndose», esto no quiere decir que se haya parado de repente ni que esté girando en sentido contrario a la superficie terrestre.

Hay matices, y uno de ellos es que se trata de velocidades relativas (respecto a otro objeto) y de una inversión de tendencia. Así lo explica a EfeMaurizio Mattesini, catedrático en Física de la Tierra de la Universidad Complutense de Madrid e investigador del Instituto de Geociencias (IGEO), del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para el experto «escudriñar el núcleo interno es importante para conocer la dinámica de la Tierra y su estado de salud».

¿Cómo se estudia el núcleo interno?

La Tierra está formada por capas y en el centro, a 5.000 kilómetros de profundidad, hay una esfera casi toda de hierro. Es el núcleo interno, con un radio de 1.220 kilómetros -un poco más grande que Plutón- y está rodeado por una capa de 2.260 kilómetros de espesor de composición similar, pero en estado fundido, una especie de «colchón».

El núcleo interno lo descubrió en 1936, la sismóloga danesa Inge Lehmann al analizar ondas sísmicas.

Controversia científica

La primera investigación en hablar de superrotación es de 1996 también estaba involucrado Song- aunque estudios posteriores dicen lo contrario (hay incluso una minoría que sostiene que no se dan distinciones en la rotación). Datos hay suficientes, pero las diferencias son tan sutiles que dan cabida a la interpretación y discusión científica.

Conclusión del estudio

El núcleo, desde 2009, se frenó hasta alcanzar la misma velocidad de rotación que las capas más externas o incluso una velocidad ligeramente inferior.

Estas diferencias de velocidades relativas son muy pequeñas, explican los científicos del IGEO en su tribuna.

Estas diferencias de velocidades relativas son muy pequeñas, explican los científicos del IGEO en su tribuna.

Como ejemplo, un coche a 120 kilómetros por hora al que le adelanta otro a 121. «Por la ventanilla veremos que nos va adelantando poco a poco. Si el otro vehículo frena y se pone a 120 kilómetros por hora lo veremos ‘inmóvil’ junto a nuestro coche. Aunque sigue moviéndose, al igual que nosotros».

De la misma forma, el núcleo de la Tierra se frenó y, ahora, al rotar a la misma velocidad que el manto y la corteza, desde la superficie terrestre lo veríamos parado.

Gracias al registro geológico, explica en Twitter el IGEO, se sabe que los años en el pasado geológico duraban más días. Es decir, la Tierra giraba más rápido y por tanto los días eran más cortos (en el Mesozoico duraban 23 horas).

Esto se debe a que la Luna se aleja de nosotros a razón de 3.82 centímetros por año y su efecto es la ralentización de la rotación, imperceptible a escala humana.

El nuevo estudio detectó que la velocidad con la que la Luna estaba frenándose experimentaba valores anómalos. Mediante la propagación de ondas sísmicas de terremotos, se observó que podía deberse a la rotación diferencial del núcleo.

No es la primera vez

Este ligero cambio en la rotación del núcleo no es la primera vez que ocurre; los datos muestran otro suceso similar en 1970.

Esto sugiere que el fenómeno se repite con una periodicidad de unas 2-3 y hasta 7 décadas (depende de los autores). Parece que esta misma frecuencia aparece en otros observables geofísicos, como el campo geomagnético, la duración del día -una milésima de segundo más largo o más corto dependiendo de la rotación- o el clima, lo cual apunta que puedan estar relacionados.

Pero es solo una hipótesis, advierte Mattesini; no hay aún ninguna evidencia científica.

Sí está claro que el tiempo real que tarda la Tierra en completar una vuelta varía ligeramente -lo que es importante para ajustar los sistemas de navegación– y los días ahora vuelven a ser más largos. Para descubrir lo que hay detrás de esto y de la compleja dinámica terrestre hay que seguir investigando.

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