La Antártida está experimentando un fenómeno preocupante denominado "sangre de los glaciares", donde la nieve adquiere tonalidades rosadas debido a la proliferación de la microalga Sanguina nivaloides. Este fenómeno, observado desde la antigüedad, ha cobrado relevancia en la actualidad por su relación con el cambio climático.
La coloración rosada disminuye el albedo de la nieve, es decir, su capacidad para reflejar la radiación solar. Como consecuencia, la nieve absorbe más calor, lo que acelera su derretimiento. Investigaciones recientes indican que estas microalgas podrían contribuir al derretimiento de más de dos millones de toneladas de nieve por verano antártico.
El calentamiento global crea un ciclo de retroalimentación: temperaturas más altas favorecen la proliferación de estas algas, lo que a su vez incrementa el deshielo y expone más superficie para su crecimiento. Este proceso no solo afecta a la Antártida; fenómenos similares se han observado en otras regiones, como los Alpes, donde la nieve se ha teñido de rojo debido a depósitos de polvo y proliferación de algas.
Científicos, como el biólogo José Ignacio García y el climatólogo Raúl Cordero, están investigando este fenómeno utilizando técnicas avanzadas, incluyendo el uso de drones, para comprender mejor su impacto y buscar posibles soluciones.
La presencia creciente de la "nieve rosa" en la Antártida es un indicador más de los efectos del cambio climático en los ecosistemas polares, resaltando la urgencia de tomar medidas para mitigar el calentamiento global y sus consecuencias.