Las vacunas contra la gripe y la Covid-19 no solo previenen infecciones respiratorias, sino que también reducen el riesgo de ictus, infarto y complicaciones tromboembólicas, según destaca la Asociación Española de Vacunología.
Beneficios cardiovasculares de la vacunación
La vacunación contra la gripe puede disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares en un 34% durante los 12 meses posteriores a su administración. Estudios adicionales indican que reduce entre un 12 y un 16% el riesgo de ictus isquémicos en personas mayores y también contribuye a la disminución del riesgo de infarto.
Impacto de la vacuna contra la Covid-19
La vacuna de la Covid-19 tiene efectos beneficiosos más allá de prevenir la enfermedad, ya que atenúa eventos tromboembólicos y reduce complicaciones arteriales y venosas asociadas. La Covid-19, por su parte, incrementa a corto plazo el riesgo de fallo cardíaco y formación de trombos, por lo que la vacunación contribuye a mitigar estos riesgos.
Importancia para grupos vulnerables
Los mayores de 60 años, especialmente quienes tienen patologías cardiovasculares o pulmonares crónicas, se benefician especialmente de la vacunación, ya que la gripe puede aumentar la mortalidad entre estos grupos hasta 20 veces. También se recomienda vacunar a menores entre 6 y 59 meses para proteger su salud, ya que la mayoría de hospitalizaciones por gripe infantil ocurrieron en niños previamente sanos.
Campañas y recomendaciones de vacunación
La Asociación Española de Vacunología promueve campañas divulgativas para aumentar la cobertura vacunal antes del invierno, con iniciativas como "El mejor plan para este invierno. Vacúnate". Además, insta a profesionales sanitarios a vacunarse y a recomendar la vacunación entre sus pacientes para prevenir complicaciones asociadas a infecciones respiratorias.
Consecuencias de no vacunarse
La infección por gripe o Covid-19 puede aumentar significativamente el riesgo de sufrir infartos e ictus en el corto y medio plazo. Un análisis reciente señala que tras un diagnóstico de gripe, el riesgo de infarto se multiplica por cuatro y el de ictus por cinco, con efectos que pueden mantenerse hasta un año después de la infección.