El nuevo estudio, realizado por un consorcio internacional de universidades, reconstruye con alta precisión el régimen de lluvias y la disponibilidad de agua dulce en torno a la cueva de Liang Bua, el principal yacimiento asociado al Homo floresiensis en la isla de Flores. Mediante el análisis químico de estalagmitas y el examen isotópico de dientes fósiles de Stegodon florensis insularis, un elefante enano que era una presa fundamental para estos homínidos, los científicos identificaron una tendencia prolongada hacia la aridificación, con episodios de megasequía que se intensificaron entre hace unos 76,000 y 55,000 años.
Los registros climáticos indican que el verano se volvió particularmente seco, con una caída significativa de las precipitaciones respecto a los niveles actuales, lo que habría provocado el desecamiento estacional de ríos y manantiales en las zonas altas de Flores. Esta reducción drástica de agua dulce afectó tanto a los “hobbits” como a los Stegodon, causando estrés hídrico, pérdida de hábitats y una disminución notable en la disponibilidad de alimentos, hasta el punto de forzar el abandono de la cueva de Liang Bua, ocupada durante aproximadamente 140,000 años.
Según los autores del trabajo, la sincronía entre el declive de las fuentes superficiales de agua, la reducción de las poblaciones de Stegodon y la desaparición de los restos de Homo floresiensis en el registro fósil señala al cambio climático como un factor central en la extinción de esta especie. Los datos sugieren que, más que una competencia directa con humanos modernos, fue la combinación de sequías recurrentes, estrés ecológico y cambios en los recursos lo que terminó por desestabilizar el frágil ecosistema insular del que dependían los “hobbits”.
El Homo floresiensis, que medía alrededor de un metro de altura y poseía rasgos anatómicos distintivos, representa una de las ramas más singulares de la evolución humana conocida en Asia. Su desaparición, ocurrida hace unos 60,000–50,000 años, se suma a otros casos de homínidos extintos en los que las variaciones climáticas parecen haber desempeñado un papel decisivo, como se ha propuesto también para neandertales y otras especies arcaicas. Los investigadores sostienen que comprender cómo los cambios ambientales extremos afectaron a estas poblaciones es clave para reconstruir la historia evolutiva humana y para evaluar la vulnerabilidad de las especies ante el actual calentamiento global.